Uno de los tipos de vino de Jerez es el oloroso. Nos encontramos ante la variedad de mayor graduación alcohólica, en torno a los 18º. Su color es ambarino y su mayor característica es la fragancia intensa y llena de matices, que da nombre a este tipo de vino. Oloroso.
Pero… hay dos tipos de oloroso. Aquí entra el sabor. El dulce y el seco. Prefiero por muchísima diferencia éste último al dulce. El carácter seco de un vino indica la escasa presencia de azúcares no fermentados, del mismo modo que un cava «seco» tiene menos azúcar que uno «semiseco» pero más que un «brut». Los amantes de los vinos dulces encontrarán el producto equivalente de esta bodega «Solera 1847» muy atractivo. Pero yo prefiero el seco. Más recio.
Oloroso Alfonso. Un producto de gran calidad. Elabora la bodega González-Byass, la misma de la de mi Tío Pepe. Pero la producción es mucho más limitada que la del vino fino. Y es que el consumo de este vino es escaso, ya que se prefieren otras alternativas.
Debe consumirse (y aquí coincido con las recomendaciones de los catadores) a uno 14 º de temperatura. Es decir. No debe enfriarse bajo ningún concepto. Es ideal para acompañar al queso, por ejemplo, convirtiéndose en un vino eminentemente de aperitivo.
¿Por qué Alfonso de entre los demás olorosos secos? Pues por subjetividad, por los matices, por lo que me gusta comentar siempre. Cada catador es un mundo, y hay tantos gustos como personas. En comparación con otros vinos de su misma gama que elabora la competencia, como el «Bailén» de Osborne o el «Mentidero» de Gómez, lo encuentro menos ácido. Y más aroma a madera. El oloroso es un vino «generoso», y parte de su alcohol procede de la adición de alcohol de vino. Y evidentemente, la calidad de este agregado va a influir sobremanera en la del producto final.
Y respecto a si prefiero este vino en botella o el que se saca del barril, indicar que en este tipo de vino encuentro menos diferencias que entre el fino o la manzanilla. Alfonso oloroso seco en cualquier caso es una muy buena opción.
¿Cómo descubrí este vino? En la carrera me explicaron que uno de los procesos de descubrimiento científico se denomina «serendipia». Es un anglicismo, de «serendipity» cuya traducción más apropiada es «chiripa». En una tabernita pedí una copita de manzanilla. Pero el regente estaba bastante liado y despachó del barril que no era. Obviamente, al colocar el catavino sobre la barra de madera, y ante la diferencia de color se dio cuenta de su error y me dijo que me había despachado oloroso. Pero ya que estaba ahí le dije que no importaba. Lo probé y….. ¡bendito error el del tabernero!
Las personas que vivan o conozcan esta tierra sabrán que los inviernos son suaves, de lluvia esporádica pero concentrada (o lo que es lo mismo, llueve poco, pero cuando llueve, llueve de verdad) y los veranos muy calurosos. Pongámonos en situación. Mes de enero, fresquito pero no cortante, pero fresquito que poco a poco va haciendo mella en la nariz. Entramos en un bar o bodega, o incluso en nuestra propia casa. Y una copita de Alfonso oloroso seco. Alivia el frío nasal, entona el cuerpo y estimula el apetito. Notarán cómo la garganta experimenta un cosquilleo agradable, alegrándose por la vuelta a la vida. Y tomarán un producto de calidad, sin tanta graduación como el tradicional «pelotazo de Brandy».
Muy recomendado. Si no conocen este tipo de vino les animo a que lo prueben. Es diferente a lo que han probado por ahora. Ideal para sorprender a las amistades en una visita. Pero después de probarlo… me temo que no querrá sacarlo de su bodega particular bajo ningún concepto. Lo querrá para exclusivo consumo personal.
Ingeniero de Telecomunicaciones y probador incansable de productos, trato de descubrir lo bueno y lo malo de cada cosa que pruebo. Los textos que encontrarás en esta web han sido escritos por muchas personas contando su experiencia con el producto en cuestión, la web no se responsabiliza de la exactitud, lo actualizado que está su contenido y las opiniones vertidas en los textos.